
En el Imperio Romano, cada grupo social tenía su propio calzado, desde las botas de los patricios hasta las caligae de los legionarios. Muchas de las sandalias romanas que se conocen hoy en día, provienen o se basan en los hallazgos de Castleford (Reino Unido) y Valkenburg (Holanda).
Una pieza de madera con la figura de un pie
En Roma, los zapateros fueron generalmente hombres libres que ejercían su profesión en pequeños talleres alquilados (taberna sutrina). Algunos hicieron fortunas fabricando distintos tipos de calzado. Normalmente se usaba el cuero, que se colocaba en la forma, una pieza de madera con la figura de un pie. Una vez lograda la forma básica, se introducía en una pieza de hierro o plomo donde con cincel y martillo se retocaban las partes más duras hasta ablandarlas y lograr la forma definitiva.
Soldados, patricios, cónsules y plebeyos
En la antigua Roma era fácil conocer a primera vista a qué clase social pertenecía alguien por el vestido que llevaba e incluso por su peinado. También el calzado era un signo de estatus. Patricios y plebeyos, cónsules y senadores, civiles y soldados se distinguían por el tipo de calzado que llevaban, al menos en público.
El calzado romano siempre se fijo al tobillo
Desde los primeros tiempos del Imperio, el calzado romano se caracterizó por fijarse siempre al tobillo, pero dentro de esos rasgos generales hubo una gran variedad de tipos, desde botas y zapatos hasta sandalias de toda clase. La mayoría fueron adaptados de los calzados utilizados por etruscos y griegos, aunque los romanos terminaron por apropiárselos y convertirlos en una de sus señas de identidad.
Sandalias, zapatos y botas
En Roma existieron tres tipos de calzado: las sandalias, los zapatos y las botas. Las primeras fueron adoptadas por los romanos del mundo griego. Llamadas en latín soleae, consistían en una simple suela de cuero unida al pie por suaves lazos o cordones, también fabricados en cuero. La forma de estos cordones podía variar, pero como norma general la mayor parte del pie permanecía descubierta.
El clima determinaba el espesor de la sandalia
El espesor de la sandalia variaba en función de las condiciones climáticas, siendo muy frecuentes las sandalias reforzadas y acolchadas en los ambientes más fríos. Otras sandalias de tradición griega eran las crepidae, unas zapatillas con suela de madera y con correas de cuero que se pasaban entre los dedos y que se podían atar de diferentes maneras. De hecho, las soleae y las crepidae a menudo se confundían entre sí.
El calzado, un símbolo de clase en Roma
Su aspecto se conoce gracias a los textos literarios y las esculturas y relieves de la época. Se clasificaban en general:
Pero
Los plebeyos llevaban calcei, pero más burdos y baratos. La versión más simple y robusta utilizada por la plebe era el pero, un zapato sin tacón que cubría el tobillo, dejando libre la pierna, a diferencia de los calcei lujosos. Los más pobres y los esclavos solían usar viejos zapatos remendados.
Calceus
El calzado por excelencia de los ciudadanos romanos fue el calceus (en plural, calcei). Parecido a un mocasín, estaba hecho de cuero, cubría todo el pie y la planta y se ataba con tiras de cuero en el tobillo o la pierna. Era un calzado pesado y no muy cómodo, pero su uso era obligatorio, como el de la toga, para todo ciudadano que salía al exterior. En cambio, estaba totalmente prohibido llevar calcei a los esclavos.
Los romanos no usaban calcetines
Los romanos no usaban calcetines ni medias, aunque la gente humilde se resguardaba del fríocon prendas de lino y de lana. Existían varios tipos de calceus según la categoría social de cada ciudadano y se distinguían entre otros aspectos por su color.
Calceus Patricius
Los patricios llevaban un tipo especial de calcei, los calcei patricii, zapatos muy llamativos por su color marrón oscuro. Aparte del color resulta difícil determinar las diferencias entre el calzado patricio y el senatorial. El Calceus Patricius Era un zapato cerrado, que subía hasta gran parte de la pantorrilla y se anudaba con tiras cruzadas. En todo caso, un edicto imperial del siglo III fijó los precios de unos y otros: los calcei senatorii valían 150 denarios, mientras que los calcei patricii costaban 100.
Calceus Senatorius
Los calceus senatorius eran los usados por los senadores y estaba hecho con piel tintada de negro. Se distinguía por la suela gruesa con tacón (calx) y porque estaba sujeto con cuatro correas que partían de la suela, llegaban hasta la mitad de la tibia y se ataban en el empeine.
Adornos de plata o marfil
Algunos llevan un adorno de marfil o plata, en forma de pequeña luna creciente, llamada lúnula «lunita» y este adorno indicaba que quien lo calzaba descendía de alguno de los cien linajes más antiguos de Roma, que integraron el Senado en tiempos de Rómulo. Según testimonios de la época, los cónsules llevaban calcei de color blanco.
El poeta Marcial y el Cónsul Cinna
En textos de la época imperial, el poeta Marcial se refería a un cónsul llamado Cinna, que se preocupaba más por el color de sus zapatos que por la suciedad de su toga:
“Llevando tú una toga más sucia que el estiércol y, en cambio, un calzado más blanco que la nieve recién caída, ¿por qué, inepto, tapas completamente tus pies dejando caer el manto?
Calceus Mulleus
El calceus mulleus estaba reservado a las personalidades más elevadas del Estado romano, en particular al emperador. Eran de color púrpura y recibieron el nombre de mullei en alusión a la tonalidad que adquirían por haber extraído el pigmento de un caracol llamado mulleus. Por otro lado, se encontraban los calcei ripandi, unos zapatos de tradición etrusca con la punta realzada y ligeramente enroscada.
Caligae
En cuanto a las botas o caligae, similares en cierto modo a las sandalias, fueron utilizadas por los campesinos, por los jornaleros y, sobre todo, por los soldados; de ahí que a los militares se los conociera también como caligati. Excepto los oficiales de más alto rango, que para destacar entre sus hombres utilizaron los calcei, todos los soldados calzaron botas de cuero dotadas de anchos y firmes cordones que llegaban hasta los tobillos.
Un centenar de tachuelas de hierro
Para proporcionar a este tipo de calzado una mayor tracción y resistencia, se clavaban en la suela casi un centenar de tachuelas de hierro o de cobre; experimentos modernos han demostrado que con este sistema las botas podían aguantar hasta mil kilómetros de marcha.
Soleae
La Solae consistía en una simple suela atada sobre el empeine con dos correas y se utilizaba sobre todo en la casa.
Juvenal y Marcial los inmortalizaron en poemas y sátiras
Juvenal se refería en una sátira a cierto pobre hombre que llevaba:
“…un manto sucio y rasgado, una toga desgastada, un zapato roto, con un hilo que en más de un remiendo se descubre”
JUVENAL
Y Marcial dedica un epigrama a un caballero que de una posición de riqueza había caído en la pobreza:
“Después de ello tu toga está mucho más sucia, tu manto es peor, tu calzado es de cuero remendado tres o cuatro veces”. La gente humilde también podía llevar zuecos de corcho o de madera, los sculponeae, o bien sencillas sandalias confeccionadas únicamente con fibras vegetales, las baxae.
MARCIAL